sábado, 11 de febrero de 2012

Camino- Fragmento

Había montado en ese tren sin saber realmente donde iba, tuvo que esperar una media hora con sus pensamientos antes de que se decidiese a poner en marcha.
En el tren, iban tres personas más con él, una de ellas en su mismo vagón, un hombre alto, de pelo gris, todos los días llevaba sombrero, pero justo el día en el que se topó con nuestro amigo lo había perdido por un golpe de viento y se le veía raro sin él.
Comenzó a sentir el vaivén del movimiento y junto a ello comenzó a preguntarse donde llegaría esta vez. Había salido de Ciudad Húmeda, llamada así por orgullo de sus habitantes a ser de los pocos lugares que quedaban con esta cualidad desde hacía ya muchos años.
El tren era antiguo, de los que restauraron al poco tiempo del gran golpe al mundo. Era blanco, si bien ya no lo era, porque se había vuelto amarillento, con detalles en marrón y los asientos tenían un feo estampado, estaba sucio y daba a quien lo miraba una inmediata sensación de nostalgia sin saber de que, todos los que lo vieron, coincidieron en el mismo pensamiento vacío y no sabían por qué era tan gris.
En el andén de la gran estación de Ciudad Húmeda, donde decidió entrar a ese tren. Podría haber tomado cualquiera, pero por alguna razón o sin ninguna en absoluto cogió el primero que vio que se dirigía a través de zona deshabitada y sus grandes desiertos de sal y pequeños lagartos que nadie sabe como lograban sobrevivir allí.
Estaba perdido en un mundo que ya se había perdido a si mismo varias veces, y que había llegado a un punto en el que nunca recobraría su grandeza anterior. Él se sentía del mismo modo. El color de las nubes era ya demasiado diferente, y de tanto tiempo que había pasado desde el Gran golpe al mundo, nadie recordaba ya como era, así que quizá era el mismo que antaño, y si fuera así sería buena señal pensarían todos, pero no lo harán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario