viernes, 12 de abril de 2013


A las 5 de la mañana no hay mucho. Hay una calle o dos, un grupo de borrachos, unos arboles, algún murcielago dando vueltas, y ruido, nadie sabe porqué siempre hay de esto.
La luz es escasa, amarillenta y contrasta a la perfección con el bonito gris del humo y ceniza. Hay ceniza, mucha ceniza que no sabe donde ser depositada.
El frío es notable y suele relajar. Hay camas y segun donde estés hay personas o mantas que abrazan.
Frio en el cristal y ahora en la mejilla, tambien te abraza.
A las cinco y media de la mañana hay mucho tiempo. Aunque tiempo, lo hay y ya está.
Hay obviedad.
Cosas que has conseguido y te miran como un muñeco que funciona a cuerda, hay tres.
Si miras bien verás nubes blancas cuando deberían ser grises azuladas y oscuras, algo no cuadra ¿Verdad? y de repente pasa.
Dos pajaros en la carretera miran esas calles, vuelan entre el humo haciendo que se mueva bonito, los murcielagos y arboles, dejan atrás el ruido y tú dejas la obviedad fuera, en la calle, te recogen y vas con ellos.
Echas de menos los muñecos que funcionan a cuerda.

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