viernes, 6 de enero de 2012

Demasiado calor.

Por fin, se decidió a salir a la calle, pensó que debía conocerlos a todos.

Es una lástima que no se diese cuenta de que ese era el día en que había que olvidarse del mundo, hasta el propio mundo se olvidó de si mismo y de su existencia.

Salió a la calle, hacía calor, hacía mucho calor y eso le agobiaba. Estaban todos y no estaban, literalmente permanecían inmóviles.

Se le iluminaron los ojos, al ver a unos kilómetros cuatro nubes que se hacían mas grandes a cada paso que daba.

Corrió hasta que estuvo justo debajo, las nubes se arremolinaron, el calor desapareció y una llovizna comenzó a mojarle, primero la cabeza y por último los pies.

Allí estaba su amigo, le encanto ver que estaba igual de perdido que él, se olvido de olvidarse, lástima que no pudiese hablar ese petirrojo.